Los Entornos Virtuales de Aprendizaje fueron creados principalmente para fomentar la educación virtual y facilitar el acceso a la formación académica para poblaciones que no podían adaptarse a los modelos tradicionales (Carrillo, 2018). No obstante, este beneficio hoy en día favorece a todos los estudiantes, puesto que a raíz de la pandemia los EVA han sido de gran utilidad para dar continuidad a los procesos de enseñanza y aprendizaje desde cualquier locación sin acudir de manera presencial a las escuelas.
En cuanto a la flexibilidad que ofrecen los EVA, gracias a estos la práctica pedagógica se ha revolucionado para que la comunicación asincrónica sea cada vez más aceptada en el ámbito educativo, lo que implica que el estudiante y el docente no necesariamente deben estar conectados al mismo tiempo para una clase, lo que al mismo tiempo, promueve la autonomía por parte del educando para implementar las estrategias proporcionadas por el docente para construir su propio aprendizaje de una manera significativa (Chinchilla y Lizcano, 2013).
Por otro lado, gracias a los EVA se ha vuelto común en los cursos virtuales la realización de pruebas, actividades o talleres de manera online, es decir, dentro del entorno digital y haciendo uso de un recurso tecnológico. Bajo esta modalidad los docentes pueden definir un periodo para la realización de pruebas, que puede ser de horas o días, y los alumnos responden a través del propio sistema (Picón et al., 2021).
Finalmente, se resalta que los EVA se han convertido en espacios para promover el diálogo y la comunicación entre docentes y estudiantes, generando momentos abiertos a la crítica, la reflexión y la generación de nuevos conocimientos a partir de la discusión. De esta manera, estos entornos sirven para crear un clima de aula, donde hay intercambio de conocimientos, experiencias y crecimiento.
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